miércoles, 23 de junio de 2010

Profondo Rock: Claudio Simonetti, entre el cine y la música




Gabrielle Lucantonio
Saimel Ediciones, S.L.
184 páginas


En su introducción a la entrevista realizada al músico Claudio Simonetti en el Festival de Música de Cine “Ciudad de Úbeda” de este año, mi compañero de mesa Germán Barón hizo referencia en varias ocasiones a lo que él denominaba “la otra música de cine”. Y es que, aunque la música de cine se suela asociar de manera casi inmediata a un estilo sinfónico orquestal, lo cual justifica que muchos aficionados a este tipo de música hagan referencia a ella como la “música clásica del siglo XX”… a pesar de una longeva tradición musical que tuvo grandes exponentes a lo largo del siglo pasado, desde Korngold, Herrmann, North hasta Williams, Goldsmith, Horner o Jarre, por citar unos pocos… a pesar de todo ello, la música de cine no lleva implícita la condición sine qua non de que deba sonar a “clásico”, o que deba estar sustentada en el uso de grandes o pequeñas orquestas.






En realidad la música de cine, como también demostraron algunos de los compositores anteriormente citados en algunos trabajos menos convencionales, no tiene por qué estar adscrita a ningún género en particular, siempre y cuando cumpla su cometido: acompañar funcionalmente las imágenes de la película, destacando más o menos según las necesidades de dichas imágenes. En ese sentido, cualquier tipo de música podría valer… desde la electrónica hasta el jazz, pasando por la música contemporánea, la música étnica, y también, lógicamente, el rock… por supuesto muchas películas que no son musicales usan canciones con determinados fines, pero ciñéndonos al término “banda sonora” en su acepción de “música compuesta ad hoc para acompañar las imágenes de una película”, lógicamente el uso de canciones ya compuestas con anterioridad en una película formaría más parte del “soundtrack” que del “score” propiamente dicho, utilizando dos términos ingleses que aclaran la confusión que el término “banda sonora” produce en nuestro idioma.



Lo cierto es que cuando uno piensa en un artista procedente del mundo del rock que se haya servido de dicha formación para componer trabajos para el cine, trabajos más ligados al rock progresivo de los 70 que a la tradición liderada en aquella época por cualquiera de los maestros anteriormente citados, uno de los nombres que despuntan y sobresalen por su increíble talento, magia y versatilidad, es Claudio Simonetti… no es de extrañar, pues, que la autora Gabrielle Lucantonio acometiera, la en un principio, peculiar labor de desgranar con su amena y entusiasta prosa la carrera musical de uno de los más grandes músicos que haya dado la música de cine en Italia, pero al que no siempre se le suele reconocer dichos méritos debido precisamente a ese rico bagaje musical que arrastra consigo, y que se manifiesta en una gran variedad de estilos más y menos populares, tanto el anteriormente citado rock progresivo (Profondo Rosso) como la música electrónica en su vertiente más “dance” y discotequera (“Il Cartaio”, “Demoni”), pasando por la música más experimental e inclasificable (“Suspiria”) e incluso, sí, también, la música orquestal más grandilocuente (“La Terza Madre”).



Empero, esa pasmosa facilidad a la hora de cambiar de registros musicales puede transmitir la sensación de que nos encontramos ante un artista a caballo entre varios mundos, y el cual en ocasiones no llega a ser valorado como es debido en ninguno de ellos, como si de un apátrida musical se tratara… es quizás por ese motivo que, paradójicamente, si entre muchos aficionados a la música de cine, su estilo “popular” y rockero puede provocar cierto rechazo… en sectores de aficionados al rock, por otro lado, el hecho de que gran parte de su opus, como ya hemos comentado anteriormente, esté vinculado no sólo al cine, sino a un género “minoritario” muy concreto además, el cine de terror italiano, unido al carácter inquieto y en ocasiones experimental de su música… pues todo ello puede suscitar una reacción similar, al menos fuera de Italia, ya que en su país ha demostrado y sigue demostrando un extraordinario poder de convocatoria, como demuestran sus giras y conciertos.



Quizás alguno podría plantearse, llegados a este punto, que por qué un libro sobre Simonetti y no uno sobre Goblin. Sin embargo, no hay más que analizar la trayectoria individual de cada uno para comprobar que, independientemente de la innegable contribución de todos y cada uno de los demás integrantes del grupo, Massimo Morante, Fabio Pignatelli y Agostino Marangolo, al sonido “Goblin”, el único que se ha mantenido de manera continuada y fiel, con resultados además excelentes la mayor parte de las ocasiones, en el mundo de la música de cine, el que realmente ha dejado su impronta indeleble en la historia del género, ése es Claudio Simonetti… y su vida, así como su obra, justifican sin lugar a dudas un libro tan necesario e inverosímil como éste…y digo “inverosímil” porque… ¿quién podría imaginar que se iba a publicar, y mucho menos traducir a nuestro idioma, una obra sobre un músico tan de minorías como Simonetti? Podemos considerarnos muy afortunados.



Pero dejemos de hablar de Claudio Simonetti aunque sólo sea por un segundo. Porque un libro no se escribe solo, y alabar una obra como ésta conlleva, necesariamente, mencionar la loable labor de su autora, Gabrielle Lucantonio, a quien tuve el privilegio de conocer también en el anteriormente citado Festival. Nacida en Francia y licenciada en Letras Modernas en París, Gabrielle tiene además formación como guionista y trabaja como crítico cinematográfico y musical para varios medios de diversa índole. Y toda esa formación no pasa desapercibida durante la lectura de esta obra, la cual resulta igualmente de gran interés no sólo para los aficionados a Goblin, sino también para los aficionados al cine de ese Maestro de Maestros que es Dario Argento, y también, por qué no, para los aficionados al cine en general. Gabrielle demuestra, en ese sentido, una admirable cultura cinematográfica que la convierte, por si alguno aún tenía alguna duda al respecto, en la persona más indicada para reseñar el largo camino profesional de Claudio Simonetti desde sus comienzos hasta nuestros días.



En Profondo Rock encontraremos, así pues, amplia información sobre todos los trabajos de Claudio, tanto en grupos como Goblin o Daemonia como en solitario, incluyendo su última y extraordinaria colaboración con Argento, La Terza Madre. Es necesario recordar, no obstante, que la obra de Simonetti no está ligada de manera excluyente a muchas de las películas de Argento (aunque sean éstas las más recordadas y celebradas por sus fans), sino que también incluye interesantes colaboraciones con otros directores especialmente relevantes en la historia del cine de género italiano, tales como Enzo G. Catellari, Lucio Fulci, Ruggero Deodato, Lamberto Bava y Umberto Lenzi. Pero este libro no se reduce a una mera recopilación de datos que cualquiera podría conseguir por internet en webs especializadas, sino que Gabrielle adorna su relato biográfico con extractos de reseñas de la época, anécdotas varias, imprescindibles y numerosas fotografías en blanco y negro, y por supuesto jugosas entrevistas con directores y músicos que tuvieron la suerte de cruzarse, un buen día, con el Maestro Claudio Simonetti.



El pasado mes de julio en la ciudad de Úbeda cumplí mi sueño de conocer en persona a dos músicos del calibre de Claudio Simonetti y Christopher Young, con los que además compartí inolvidables momentos. Uno de ellos, durante los ensayos del concierto sinfónico del sábado, fue cuando acompañé a Claudio durante los ensayos. Allí estaba él, ensayando al piano, interpretando un bello medley de inolvidables melodías que forman parte de algunas de las mejores bandas sonoras de terror de la historia del cine: Suspiria, Profondo Rosso, Opera, Phenomena… allí estaban todas, interpretadas por el Maestro al piano… y es que Claudio no es sólo un grandísimo compositor, sino que también es un grandísimo intérprete, pianista y teclista. En definitiva, aquello fue una experiencia realmente única. Una de tantas que guardo conmigo a día de hoy y que siempre conservaré.



Y de este modo llegamos a la despedida, con los agradecimientos oportunos: gracias al Maestro Simonetti por su eterna profesionalidad y simpatía con los fans; gracias a Juan Ángel Saiz por su extraordinaria labor en la traducción y publicación de esta obra indispensable; y por supuesto gracias a Gabrielle Lucantonio por compartir su sabiduría con todos nosotros. Según parece, en estos momentos se encuentra trabajando en otro libro dedicado esta vez al padre de Claudio, Enrico Simonetti. Ni que decir tiene, lo esperamos con expectación. Y que sea el segundo en una larga serie de obras afines que acerquen al aficionado aún más a la bella, fascinante y rica historia de la banda sonora y el cine de Italia. Suerte, Gabrielle.

Calificación del libro: **** sobre *****

2 comentarios:

  1. Buscando algo de información de Simonetti he dado con esta excelente reseña. Que bueno habrá sido acompañar esa velada musical. Ojalá pueda conseguir ese libro.
    Además de Goblin, ese descomunal compilado en versiones actualizadas que hizo con su Banda Daemonia, el "Dario Argento Tribute", está en mi olimpo musical de películas.

    Estaré investigando la muy interesante información de este blog. Un saludo desde Argentina.

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  2. Muchas gracias por tu comentario. Desde luego, fue un inmenso honor para mí poder conocer al Maestro en persona y acompañarlo durante su estancia en Úbeda. Una experiencia que no olvidaré jamás. ;-)

    El libro fue editado por Saimel, puedes ponerte en contacto con ellos a ver si aún tienen copias disponibles, porque creo que fue una tirada limitada. La web es ésta:

    http://www.rosebudbandasonora.com/catalog/index.php

    Mi consejo es que les escribas a ver qué te dicen.

    Conozco ese recopilatorio que mencionas, está muy bien, es cierto. ;-)

    Muchas gracias de nuevo por tus amables comentarios acerca del blog.

    Un afectuoso saludo desde Sevilla. ;-)

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