miércoles, 23 de junio de 2010

The Spirit (2008): Análisis de la película




Dir. Frank Miller
Int. Gabriel Macht, Samuel L. Jackson, Scarlett Johansson
103 min. EE.UU.



Mi primer contacto con el señor Frank Miller fue gracias a Daredevil. Al fin y al cabo, fue Miller el responsable de convertir al alter ego de Matt Murdock en uno de los superhéroes más fascinantes e interesantes de todo el universo Marvel, especialmente a partir del momento en el que asumió las labores de guionista además de dibujante, con el número 168 USA. Hasta ese momento, las historias del personaje habían discurrido por los derroteros típicos de los cómics Marvel de la época, pero desde que Miller tomara las riendas el personaje experimentaría una muy agradecida y afortunada metamorfosis. Y no sólo él, sino incluso adversarios tales como Bullseye o Kingpin, el cual se convertiría en uno de los villanos más carismáticos e interesantes de Marvel (más de lo que se había dejado ver al menos en las historias de Spiderman).




Además de todo esto, a Miller le debemos la creación de Elektra, otro personaje clave en la historia de Daredevil, con el que mantendría una compleja, violenta, apasionada y trágica relación de amor imposible. Y por si todo esto no fuera suficiente, las mismas historias cambiarían considerablemente para mejor. Imbuyéndose de convenciones y fórmulas propias del género noir, y con un estilo visual muy cinematográfico, Miller esbozó algunos de los mejores storylines que haya tenido el placer de disfrutar en un cómic de superhéroes. Es probable, no obstante, que esto se deba al hecho de que, pese a los instintos agudizados de nuestro héroe y algún que otro elemento más, dichas historias distaban mucho de ajustarse a los parámetros característicos de ese tipo de cómics. En otras palabras, era un cómic de superhéroes que no parecía un cómic de superhéroes, lo cual, paradójicamente, constituye su mayor cierto como guionista de cómics.



Pero no es mi objetivo ahondar en la trayectoria profesional de Miller, lo cual daría para un estudio más concienzudo y detallado a cargo de manos más expertas que las mías. El hecho de que haya empezado esta reseña hablando de sus inicios en el mundo del cómic obedece a un motivo relacionado con el tema que nos ocupa: evidenciar hasta qué punto este señor se encuentra en un alarmante estado de estreñimiento creativo, uno de cuyos síntomas es este amago de película titulado "The Spirit".

En realidad, la relación de Miller con el séptimo arte no es nada novedosa, ya que se remonta a principios de la década de los 90, más concretamente a las secuelas de ese brillante y violento clásico de la ciencia ficción de Paul Verhoeven, "Robocop". Esta relación no fue todo lo fluida que Miller esperaba, y algo decepcionado y hastiado por la experiencia, no volvería a probar suerte hasta pasados unos diez años.

Por supuesto hizo un cameo en la horripilante "Daredevil" de Mark Steven Johnson… sí, el mismo freak de los cómics que nos obsequiase años más tarde con esa otra perla (nótese la ironía) llamada "Ghost Rider", a la mayor gloria del casi siempre infumable y petardo Nicolas Cage. Pero en el caso de "Daredevil" la cosa no fue mucho mejor, y uno terminaba preguntándose qué demonios pintaba Ben Affleck en el papel protagonista, o Jennifer Gardner en el papel de mi adorada asesina griega (sí… ya sé que lo he dicho antes en este blog, pero insisto, esta mujer no me parece que dé el pego como asesina… griega), o Colin “vamos a sobreactuar un poquito, que me he dejado las pastillas en casa” Farrell en el de Bullseye… vamos, lamentable.

Pero como la capacidad de superación del ser humano es siempre sorprendente, dos años más tarde vería la luz… ¡tachán tachán! "Elektra"… de la cual lo único que puedo decir es que cualquier parecido con el personaje trazado por Miller es pura coincidencia. Es cierto que gran parte de las películas modernas basadas en superhéroes de cómic son realmente abominables, pero ésta, junto con "Catwoman", ostenta el honor de ocupar uno de los puestos más altos en el ranking mojonero de este sub-género.

Afortunadamente, la situación se compensó un poquito con la adaptación de "Sin City" acometida en colaboración con el inefable Robert Rodriguez, y que, para muchos aficionados al denominado octavo arte, constituye una de las adaptaciones cinematográficas más logradas y respetuosas con el medio original. Personalmente soy el primero en disfrutar con su original y atractiva apuesta visual, si bien reconozco que, a nivel de historia, no es para todos los gustos, y requiere una marcada "suspension of disbelief" que no todos están dispuestos a realizar. En mi caso, sin parecerme una obra maestra, me dejé llevar y disfruté con dicha apuesta, con algunas de las historias más que con otras.

Y poco más tarde llegaría esa Obra Maestra de Zack Snyder, "300", también basada en la obra de Miller, y que constituye una de las experiencias cinematográficas más fascinantes de los últimos años, quizás no tanto por lo esquemático de un guión que no da para grandes alardes narrativos, como por su onírica estética visual y el carisma de un excelente Gerald Butler en el papel protagonista.



Lo sé… esta reseña de "The Spirit" está llegando a su fin y, hasta ahora, no he dicho nada de la película en cuestión, pero créanme, es algo premeditado, y es que cuanto menos se remueva la mierda (perdonen la expresión), pues mejor. De todos modos, y para justificar el título de esta reseña, pues pasemos a comentar grosso modo algunas de las “virtudes” que sazonan una de las películas más torpes y patéticas que haya tenido la desgracia de ver en mis treinta años de existencia.

Podemos empezar por su estúpido guión, de esos con flashbacks incluido, ya se sabe, para aportar algo de información sobre el pasado del personaje y su relación con la ladrona interpretada por Eva Mendes. Como si esto interesara lo más mínimo. En una ocasión llegué a decir que "The Spirit" es un cruce de "Mortadelo y Filemón: Misión Salvar la Tierra" y las tomas falsas de "Sin City"… y después de haber meditado semejante afirmación varios días… pues llego a la conclusión de que es la mejor forma de definir semejante descalabro.

Estéticamente la película es heredera de "Sin City", y argumentalmente pues es heredera de "Mortadelo y Filemón". No del Mortadelo de los cómics, ojo, que ése hace gracia, sino del Mortadelo de las dos películas perpetradas en nuestro país. Resulta que el villano de turno, interpretado por un histriónico Samuel L. Jackson que al parecer también olvidó medicarse como es debido antes de empezar a rodar, tiene a su disposición una horda de lerdos clónicos que protagonizan escenas de ese humor fino que uno no veía ya en una sala de cine desde la edad dorada de la "screwball comedy".

Los personajes parecen sacados de una institución mental, ya sea por retrasados o por lerdos. El mismo Spirit es uno de ellos. Uno que no conozca al personaje creado por Will Eisner, después de sufrir semejante mojón, puede llevarse la impresión de que Spirit es una especie de Batman pero en plan salido y lerdo. Ya se sabe, va por la ciudad en plan vigilante enmascarado, con una “hartible” voz en off soltando continuamente una retahíla de sandeces que, en boca de Batman quedarían bien e incluso “molonas”, pero que en el caso de semejante lerdo (y perdonen mi insistente uso de este vocablo, no se me ocurre otro más pertinente) pues provocan vergüenza ajena. La actuación de un insulso Gabriel Macht tampoco es que ayude mucho.

Frente a la inexpresividad de éste, Samuel L. Jackson se esfuerza denodadamente en que el público se entere de lo bien que se lo está pasando mediante lerdos chascarrillos y aspavientos que nos remontan a la edad dorada de las adaptaciones cinematográficas de personajes de cómic, sí, ya saben, aquélla auspiciada por "Batman y Robin" de Schumacher. Si ésa os pareció mala, agárrense bien a las butacas, que ésta le rinde sincero homenaje en todo momento como si pretendiese disputarle el trono… de los demás personajes, para qué hablar, ya que son simples caricaturas, torpes amagos que recuerdan las grandes creaciones de Uwe Boll (sigamos con la ironía). Del argumento, o la ausencia de éste, nuevamente, para qué hablar…

De hecho, me van a perdonar este "stream of consciousness" y que vaya concluyendo ya, pero es que ya había casi borrado de mi memoria el recuerdo de esta memez y cuanto más ahonde en ella mayores serán las secuelas en mi ya dañado rendimiento neuronal. Eviten esto como la peste. Eisner debe de estar revolviéndose en su tumba ahora mismo.

Calificación de la película: * sobre *****

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