sábado, 25 de agosto de 2012

Los mercenarios 2 (The Expendables 2, 2012): Análisis de la película





Dir. Simon West
Int. Sylvester Stallone, Jason Statham, Jean-Claude Van Damme, Chuck Norris, Bruce Willis, Arnold Schwarzenegger, "Jet" Li, Scott Adkins, Terry Crews, Randy Couture, Dolph Lundgren

103 min. EE.UU.





"Los Mercenarios 2" es, ciertamente, muy superior a la primera. Consciente de su naturaleza y razón de ser, la película ofrece a los aficionados lo que estos quieren ver, aún a riesgo de sacrificar el interés por una historia enteramente anecdótica al servicio de ese desfile de viejas glorias de antaño que van apareciendo a su antojo para regocijo de los que crecimos viendo sus películas. 




Lógicamente, se trata de una de esas películas que rezuman testosterona por los cuatro costados. No busquéis demasiada coherencia, no le pidáis mucho a la historia, y simplemente dejaos llevar, entrad en su juego y disfrutad con los cameos. Es la única receta para disfrutar de una película que no engaña a nadie y que supone un digno producto de entretenimiento canicular. Ahora procedamos a comentar sus virtudes y defectos con algo más de detenimiento. 






Su principal acierto, como es natural, es el reparto... a los habituales de la anterior película se les unen el austriaco de apellido impronunciable (al que haremos referencia, a partir de ahora, simplemente como "Arnie"), Scott Adkins y Jean-Claude Van Damme... éste último, por cierto, se "come" realmente a los demás en las escenas en las que aparece.

Resulta evidente lo bien que se lo está pasando el belga en su papel, en donde vuelve a interpretar el rol de villano como en sus comienzos (¿alguien recuerda títulos tan reivindicables de su filmografía como "Retroceder Nunca, Rendirse Jamás" (No Retreat, No Surrender, 1986) o "Black Eagle" (1988)?). Tras la "resurrección" que experimentó su trayectoria cinematográfica con la sobrevalorada "JCVD" (2008), el belga parece estar encauzando de nuevo su carrera por el buen camino, demostrando por qué ha sido una de las más grandes estrellas del cine de acción americano durante muchos años. Sorprendentemente, el suyo es uno de los personajes más carismáticos de la película, rivalizando con Stallone o incluso el mismísimo Jason Statham. Su incorporación, por tanto, a esta secuela no podría haber sido más afortunada. Lástima, no obstante, lo desaprovechado que está, en líneas generales, su personaje, dado que, realmente, sabe a poco... como también sabe a poco Scott Adkins, un actor no muy conocido por el amplio público y que en esta película interpreta a la mano derecha del villano encarnado por Van Damme.

Scott Adkins es, directamente, uno de los mejores artistas marciales occidentales del momento, con una técnica de piernas realmente fabulosa (en lo que a mí respecta, mucho mejor que Van Damme en todos los sentidos como luchador). Cierto, como actor carece de las tablas de un Van Damme o un Seagal, y su personaje tampoco es que esté muy desarrollado... pero siempre resulta un placer encontrarlo en una película de alto presupuesto como éste... en estos tiempos en los que parece que cualquiera puede protagonizar una película de luchas en los EEUU gracias al CGI, los cables y los trucos de montaje, se agradecería ver, para variar, más películas de acción protagonizadas por auténticos artistas marciales como Adkins. Y si esta película es su carta de presentación en el cine mainstream, bienvenido sea. 




Los cameos de Arnie y Bruce Willis son simpáticos y dan lo que se espera de ellos (que tampoco es que se pueda esperar mucho, la verdad), aunque, lógicamente, EL cameo por antonomasia, y a la postre lo mejor de la película con diferencia, como era de prever, no es sino el de Chuck Norris, todo un desternillante ejercicio autoparódico en el que el mismo Chuck se permite tomarse a guasa su propia leyenda y todos esos hilarantes axiomas creados a su costa. Sabe a poco, por supuesto, pero cuando aparece en pantalla, se hace notar, al compás del spaguetti western de Morricone, con referencia incluida a uno de sus mejores papeles y, por supuesto, también una de sus mejores películas, "McQuade, Lobo Solitario" (Lone Wolf McQuade, 1983). Sólo por este cameo ya merece la pena pagar el precio de la entrada.

De los "mercenarios" originales, que ya aparecían en la anterior película, pues, nuevamente, Jason Statham se confirma, una vez más, como el show stealer por antonomasia, el dueño de la función, por encima incluso del, como de costumbre, impávido aunque correcto Stallone. Y Statham se confirma como el dueño de la función no sólo por su inigualable carisma como actor y tipo duro del cine, sino también por la fluidez con la que encaja las maniobras marciales exigidas por las coreografías. Exceptuando a "Jet" Li, que realmente sólo tiene un breve cameo al principio (como se verá más adelante), los que mejor saben luchar y moverse en esta película son, evidentemente, Jason Statham y Scott Adkins. Quizás por eso alguien tuvo la genial idea de enfrentarlos al final, aunque de ese enfrentamiento se hablará más adelante también. Por ahora mencionaré la que me parece la mejor secuencia de lucha de toda la película, que es la que tiene lugar en el interior de una vieja iglesia o capilla, con Statham dando buena cuenta de sus adversarios ataviado como un sacerdote con unas letales habilidades para la lucha. Statham vuelve a dar una lección magistral de técnica, rapidez y fluidez en esta escena, realmente memorable. 






Y, dejando a un lado las escenas de lucha, la película cuenta con un prólogo realmente adrenalítico que hará las delicias de los aficionados al cine de acción made in America, con muchos tiros, explosiones, tanques y todo lo que se os ocurra (incluyendo la primera aparición de Arnie, realmente divertida).

Y ahora pasemos a sus defectos. Es cierto que la historia, una vez que el Macguffin de turno ha sido encontrado y se ha producido el primer encuentro de los buenos con los malos, depara pocas sorpresas, confiando demasiado en el gancho de las apariciones estelares de los distintos cameos para mantener la atención del espectador. Sin Chuck Norris, si Arnie, sin Bruce Willis... la película probablemente perdería muchos enteros, dado especialmente todo un tramo intermedio que se hace demasiado aburrido, acusando incluso serios problemas de ritmo.

Anteriormente se ha hecho referencia a cómo están de desaprovechados algunos personajes, lo cual es algo, hasta cierto punto, inevitable en una película tan coral como ésta, la cual se presta demasiado, por desgracia, a una dispersión que no favorece mucho a sus protagonistas, de los cuales siempre hay dos que sobresalen (Stallone y Statham) y otros cuantos que pasan sin pena ni gloria y cuya función en la película resulta, cuanto menos, anecdótica (sí, me refiero a luchadores - que no actores - carentes de mucho carisma en la gran pantalla, como por ejemplo Terry Crews o Randy Couture). Añadamos al conjunto de héroes un anodino e inane Liam Hemsworth que uno no entiende muy bien qué es lo que pinta en esta película más allá de cumplir la predecible función de desencadenar la típica misión de venganza por parte de sus compañeros. Por lo demás, un personaje carente del menor interés.

Mención aparte merece mi adorado e idolatrado "Jet" Li. Seamos francos, ni yo mismo llegué a entender lo que pintaba en una película como "Los Mercenarios", más obsesionada en la exhibición de músculos que en la técnica al servicio de unas elaboradas coreografías de lucha. Aunque en la primera película Li gozaba de mucho más screen time que en esta secuela, en realidad está igualmente desaprovechado en las dos. En esta secuela tiene su aparición al principio, incluyendo una correcta escena de lucha de rigor, si bien no aporta nada nuevo comparado con lo que ha hecho ya en infinidad de ocasiones, y mucho mejor, en Hong Kong. Siempre me alegra ver a "Jet" Li, pero es evidente que no es éste el tipo de películas que le vayan a permitir lucirse (aunque ya ha reducido considerablemente su participación en películas de acción), como también es evidente que, en cierto modo, uno no pueda evitar preguntarse qué diantres pinta entre tanto "gigante hipermusculado". Aún así, reducir su aparición a un cameo al principio de la película supone un triste ejemplo de cómo desaprovechar a alguien del talento marcial de Li.




Siguiendo con las escenas de combate... anteriormente mencioné cómo Scott Adkins y Jason Statham eran, con el permiso de Li, los mejores luchadores cinematográficos de esta película, y cuán acertada era, a priori, la idea de enfrentarlos en el clímax final. Desgraciadamente, el talento de Adkins como pateador se ve tristemente desaprovechado, nuevamente, por esa manía por los planos medios y cerrados, además de ese montaje de plano por segundo, que impiden apreciar claramente la ejecución de los movimientos. Algo se intuye (la rapidez de Adkins en las patadas es tremenda), pero realmente desearía, nuevamente, que quienquiera que esté filmando deje la cámara quieta por un momento y filme el combate como dios manda, con planos abiertos que permitan además encadenar más de un movimiento sin tanto innecesario corte. Desgraciadamente, no ha sido así, y el que debía haber sido EL combate de la película te deja con la triste sensación de lo que habría dado de sí si la escena la hubiera filmado un Yuen Woo-Ping o un Sammo Hung. Al fin y al cabo, tienes a dos artistas marciales usando técnicas marciales (y no la fuerza bruta) en su lucha... ¿por qué no sacar todo el provecho posible de ello? En fin. Lo más triste es que uno está ya tan acostumbrado a estas chapuzas, que terminan por dejarme indiferente.

En cuanto al enfrentamiento de Stallone con Van Damme... a ver, Van Damme demuestra que todavía puede patear... es decir, que aún posee la flexibilidad, agilidad y rapidez para encajar esa patada giratoria en el aire que lo hizo famoso en su momento... sin embargo, el caso es que, técnicamente, el belga ha sido, casi siempre, muy pobre en sus escenas de lucha, y ésta no iba a ser una excepción. Y es que, aparte de esa patada... realmente... hay poco más de interés que veamos hacer a Van Damme... máxime si lo comparamos con lo que hacen Statham o Adkins. Y Stallone... bueno... pues lucha a lo Stallone, es decir, a "mamporro" limpio. Así que este enfrentamiento tampoco es que constituya el "sumum" de la emoción, más allá del hecho de ver a estas dos leyendas en un "mano a mano".

En resumidas cuentas, "Los Mercenarios 2" supone una considerable mejoría con respecto a la anterior en lo que respecta al reparto de "viejas glorias", conservando ese sentido del humor autoconsciente que tenía de positivo aquélla. Sin embargo, nuevamente, como homenaje al cine de acción popularizado por las estrellas que atesora, resulta un film algo fallido, si bien es cierto que, en el caso concreto de esta secuela, sus virtudes llegan a compensar, al menos en momentos concretos, los defectos. Por estos motivos, la película, que tiene una "target audience" muy definida y delimitada, satisfará muy probablemente a los que disfrutaron de la propuesta en su predecesora e incluso, como es mi caso, ganará nuevos "adeptos" de entre los que no lo hicieron en aquélla... aunque el mérito sea, principalmente, de Chuck Norris... ¿de quién si no?





Calificación de la película: *** sobre *****

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